Miquel Sanchis
Esta temporada la redacción de Odio el Fútbol va muy liada, y será muy difícil hacer los resúmenes de la jornada de Liga Moderna de Primera División. Además, si a nosotros lo que nos mola es la Tercera y la Segunda B para que vamos a perder el tiempo mirando partidos y resúmenes de ese fútbol insufrible de parones desesperantes, penaltis absurdos, engaños a sabiendas, errores de bulto, fueras de juego de tiralíneas y equipaciones ridículas en que se ha convertido el fútbol profesional, perdón el teatro profesional. Esta temporada os acercaremos fútbol de verdad.
Nosotros estábamos esperando la llegada del fútbol modesto, donde uno disfruta con los peloteros de pueblo, donde ya se puede entrar a muchos campos y donde la cerveza nunca falla. El fútbol de siempre, con su aroma, su esencia y su sabor añejo lo encontramos de Segunda B para abajo, y en emoción, diversión y anécdotas, no se puede comparar. “La Segunda B es tu chandal de los domingos, es ir descalzo por casa, es un pedo sabanero…” recitaba hace unos meses Sergio Moreno, periodista riojano, en una excelente y original descripción de la categoría. Definitivamente no se puede comparar.
Y yo cada vez más friki, acercándome a la cuarentena con un sorprendente orgullo que chirría, cada vez soy más apasionado a las categorías cerveceras. Sí, me he tenido que sacar el Footters ese, y me paso la tarde enganchado a encadenar partidos por los que muchos no tendrían ningún interés, pero yo sí, y para esta temporada mandaremos el fútbol de V.A.R a tomar por el saco para traer pequeñas historias del fútbol modesto y sus guerreros. Intentaré ser constante.
Tenía curiosidad por lo que pasaba en dos encuentros, uno de Segunda B y otro de Tercera, uno disputado en Salamanca y otro en Avilés (Asturias). Me chupé el Unionistas-Compostela por el nombre y no me decepcionó para nada. Hizo historia el club salmantino que continúa haciendo tributo a la extinta Unión con mucha elegancia. Venció Unionistas por 2 a 0 en el Reina Sofía (el museo no, el campo) a los gallegos y se puso líder de Segunda B por primera vez en la historia. Además del buen resultado ante un histórico como la “esedé”, las sensaciones del equipo de fútbol popular fueron muy buenas, y me encantaron dos futbolistas, los dos goleadores del encuentro. Al exquisito larguirucho Carlos de la Nava ya lo conocía, como tira del carro y como crea peligro constante, ya habrá motivos para hablar de él en otra ocasión. Y me encantó el futbolista que abrió la lata, el vasco Jon Rojo, formado en Lezama que a principios de septiembre decidió cambiar de aires a sus 23 años, y acertó, Unionistas le va como anillo al dedo. Jon Rojo es un incombustible lateral izquierdo que tiene el empuje de Pizo Gómez y el pundonor de Sergi Barjuán. Con desparpajo y como un rayo recorre la banda siempre buscando por donde doblar o por que hueco internarse. El técnico de Unionistas, Hernán Pérez (aquel del Espanyol no, otro) da mucho protagonismo a los laterales en su modelo de juego y el primer gol de la temporada deja claras sus credenciales, centro del lateral derecho Marín y remate, casi en el área pequeña, del otro lateral, el debutante en partido oficial Jon Rojo. Golazo y a celebrarlo como corresponde, con el equipo haciendo piña y señalando al cielo, dedicándoselo a aquel equipo que murió víctima del fútbol moderno, la Unión Deportiva Salamanca. La alegría del goleador era notable, esbozaba una sonrisa, sabe que está en un club muy especial.

El otro partido por el que me interesé y seguí por twitter fue el histórico derbi avilesino entre Avilés Stadium y Real Avilés en Tercera División, un duelo que pudo haber sido un parricidio de haber logrado alguno la victoria. Recordemos que en 2015 unos aficionados del Real Avilés, desencantados por la deriva que había tomado el club y las supuestas malas artes de su mandamás, decidieron crear un club de accionariado popular, o sea de los socios, y fundaron el Avilés Stadium. El club ha pasado en cinco años de jugar en la última categoría del fútbol asturiano a debutar en Tercera División ante su ahora vecino y rival Real Avilés. El morbo estaba servido en el Muro de Zaro, campo con solera al que pudieron entrar cerca de 500 espectadores para presenciar el histórico primer duelo oficial.
El partido comenzó con ritmo frenético y a los pocos minutos un veterano guerrero del fútbol anotó para los visitantes. A Natalio Lorenzo la pandemia no le ha quitado las ganas de colgar las botas y continua haciendo lo que más sabe, anotar chicharros por los campos de España. Es el delantero de Canals un trotaclubes y todo un combatiente en campos de cualquier división del fútbol nacional. Desde que comenzó 2020 lo disfruta la afición del Real Avilés, antes había pasado por innumerables equipos, aportando en todos compromiso, sacrificio y goles. Natalio no falla cuando controla dentro del área, muchos lo sabemos. Pego, Villajoyosa, Castellón, Cartagena, Almería, Cádiz, Real Murcia, Tenerife, Córdoba, Numancia, UCAM, Recreativo, Llagostera, Badalona, Olot, pocos futbolistas pueden hacer tan bien de guía turístico como seguro lo hace Natalio Lorenzo, que hasta tuvo una aventura en el Yunnan Feihu de la segunda división china. Auténtico guerrero el killer de Canals, hijo de un exfutbolista de Illueca que maravilló en el modesto fútbol aragonés en los 80 y pasó después a jugar en equipos valencianos donde echó raíces.
La primera que tuvo Natalio hijo (ya con 36 años) la tiró adentro, pero reaccionó en seguida el insurgente equipo de fútbol popular, el Stadium, que empató en la siguiente jugada y defendió con bravura las envestidas de un Real Avilés que se sintió decepcionado por no haber podido lograr la victoria ante los ilusionados debutantes, cosas que pasan en el fútbol y en la vida.

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