Miquel Sanchis
Era noviembre de 2016, mañana fresca y dominguera de la que se tenía que aprovechar de alguna u otra manera las dos o tres horas buenas de rayos de sol. Los derbis, en la ciudad de los con barbas modernos, son algo que el “turisteo” todavía desconoce, y yo decidí pasar aquel domingo bajo el fuego de un ardiente derbi en el Nou Sardenya.
Es el campo del Club Esportiu Europa un campo peculiar y con mucho encanto. A una parte, un edificio dantesco cuyas mil y una ventanas dan al mismo terreno de juego. La fachada del edificio impresiona, y uno siempre se pregunta cuántos aficionados del histórico club de la Vila de Gracia habrán decidido alquilar o comprar un piso en ese pedazo de cemento antes que sacarse el abono de la temporada. Bienaventurados esos vecinos.
En la otra parte del campo, una bonita y clásica tribuna, de la que me queda pendiente verificar si se construyó gracias al traspaso del portero gracienco Ramallets al Barcelona durante la década de los 40. Sea como sea, en la cómoda grada hay un bar con terraza y mesas, y en el bar hay un buen surtido de tapas con las que acompañar la cerveza o el vermut matutino. Calamares, caracoles, tortillas, “peus de porc”, bocatas, “bikinis”, patatas fritas… lo saben los de la peña Cavallers, que animan desde su privilegiado y soleado palco (el bar) a tragos y tragos de buen cava. Bienaventurados esos cavalleros.
La naturaleza del Nou Sardenya encandila a cualquiera, y además siempre presenta una buena entrada, sus incondicionales seguidores no fallan por mucho frío que haga y ocupan siempre el mismo fondo dando permiso a la afición rival para que ocupe el otro sin rechistar. Aquel noviembre del 2016, colores blancos y azules adornaban la misma portería de siempre, mientras la otra quedaba disfrazada con los colores de la avispa, el amarillo y negro de la Montañesa, histórico equipo de Nou Barris.
En lo deportivo, aquel derbi de 2016 fue un duelo intenso entre dos equipos de mitad tabla que no querían mirar los peligros que acechaban por abajo. Vencieron los visitantes por 0-1, en un animado partido para el espectador. El gol de Montoro fue un golazo y hubo polémica, goles anulados, expulsiones y acciones fuertes durante todo el encuentro, como mandan los buenos duelos de la Tercera. Un futbolista de la Montañesa, Pere Segarra, formado a pachas entre las canteras de Barça y Espanyol, realizó un partidazo tremendo y tras mostrarse infranqueable en defensa, el melenudo futbolista se animó, megáfono en mano, a celebrar la victoria con la buena cantidad de aficionados de Nou Barris que se habían desplazado a ver el partido. En aquellos días, el fornido futbolista de la Montañesa colgaría las botas al conseguir un buen curro en California y sin su pilar principal, el club de Nou Barris terminó aquella temporada descendiendo finalmente a los infiernos de la Primera Catalana, o sea regional.
Han pasado unos añitos y la Monta ha vuelto donde merece, y aunque no haya comenzado con buen pie (todavía no ha conseguido ver puerta) la pasada semana anunció los fichajes de Joan Verdú y Sergio García que traen muchas ilusiones. Dos futbolistas que antes de ayer todavía estaban jugando en Primera, y bien.
Por suerte, de momento la pandemia no ha paralizado el fútbol de Tercera y el domingo a mí me apetecía rememorar ese derbi con el que disfruté en directo hace justo cuatro años. Pero han sucedido cosas, y ahora me tengo que conformar en montarme el bar en mi pupitre mientras veo el partido en Footters o Betevé (gracias por retransmitir todo esto). Me lo monté bastante bien, vermut, papas, olivas y frutos secos, todo como si estuviera en la mágica grada de uno de mis campos fetiche. Como echamos de menos algunos entrar en esos rectángulos, si hasta estuve a punto de tirarme el vermut por el cabolo cuando vi en la retransmisión los aspersores encendidos, quien pudiera mojarse ahora.
Hay leyendas en Tercera, Pere Segarra dejó un recuerdo imborrable en Nou Barris y el Europa disfruta desde hace ya no sé cuantos años de su inmortal capitán, Àlex Cano. Es increíble lo de este “warrior” del fútbol modesto, que con treinta y algo se puede convertir en el futbolista que más veces ha vestido la gloriosa zamarra escapulada del Europa (preciosa camiseta inspirada en el Birmingham City de principios del siglo XX). Juega de defensa central, pero el capitán está en todas, y suyo fue el gol que abrió el marcador ya en la segunda parte, al rematar picado un magistral saque de esquina de David Jiménez contra el que nada pudo hacer la zaga amarilla y negra. “Capicano” solo hay uno y salta más que ninguno. Otro gol de cabeza para su cuenta particular, celebración dedicada a sus seres más queridos, poniéndose el dedo en la boca, antes de saltar y fundirse entre sus compañeros.
A partir del gol local, la Munta, que estaba trabajando bien replegada, comenzó a pisar y a posicionarse en campo contrario, y el talentoso Varillas dejó muestras de su calidad en alguna jugada que buscaba el empate. No pudo ser, y en un partido de transiciones (es así como llaman ahora a los contraataques), el Europa sentenció el derbi con dos goles de nuevo servidos por el pie de ángel de la categoría, David Jiménez, que la puso en bandeja a sus compañeros Albert Martí y Riki Vidal. Quizás el 3 a 0 fue demasiado castigo.
Al pitar el árbitro el final, se escuchaban cánticos de los hinchas locales desde fuera del estadio. Toca celebrarlo así, sin bailes, ni megáfonos, ni abrazos con desconocidos de aliento cervecero. Los de Gracia apuntan alto, se prevé temporadón, y a los de Nou Barris les queda la esperanza de sus flamantes fichajes, que se supone que debutarán ya mismo, en Copa contra el Cantolagua, estaremos atentos. Hay tiempo para la ilusión, la esperanza, y también para más vermuts como el del domingo.

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