Vicente Álvarez Núñez

Todavía con opciones de ganar la Liga, el Sevilla disputará un hoy un duro partido en Balaídos. Muchos se acordarán de un partido entre Celta y Sevilla de 1992 en que Díaz Vega la lió parda con las tarjetas. Era el Sevilla de Maradona, y el Celta de Vicente Álvarez, eterno capitán del club gallego.

Natural de Ourense, llegó con 20 años al Celta tras despuntar como líbero en el club de su ciudad. En aquellos tiempos, era obligatorio alinear a futbolistas sub 20 en la Segunda División, y de este modo Vicente fue teniendo minutos con la camiseta celeste.

Con su enorme zancada, su poderío y su temple, podía jugar en el centro del campo, en la defensa, o incluso aparecer por el área contraria como delantero, donde con su envergadura podía encontrar la manera de ver portería.
No cambió de equipo durante su carrera, excepto una cesión al Racing de Ferrol, y el fino bigote de Vicente se adueñó del vestuario del Celta, convirtiéndose en todo un líder espiritual que jugó hasta 1996, siendo ya todo un veterano que no se achantaba ante ninguna estrellita incipiente, ni tampoco ante todo un Dios como Diego.

Duro como el hierro, Vicente tuvo que sobreponerse a la multitud de lesiones que le afectaron durante su carrera, pero con su capacidad mental y su fortaleza física, siempre volvía a los terrenos de juego, ganándose el respeto de todos y el cariño de una afición que lo idolatraba. Carismático, hombre de club y gran compañero, faltan Vicentes ene le fútbol moderno.

Vicente Álvarez Núñez. Recordamos al gran capitán del Celta, hombre de hierro y carismático, líder del vestuario, de los que no se achantaban aunque se enfrentara a Maradona.