Vicente Engonga, uno de los grandes centrocampistas de la Liga en los 90, que se mostraba omnipresente por el terreno de juego con su cabellera y su bigote. Un tipo fuerte, que reventaba cualquier mapa de calor. Un tipo, además, con mucha personalidad, y un look bohemio que hizo que le quedaran bien todas las camisetas que defendió.
Nacido en Barcelona, pero criado en Cantabria, destacó en la Gimnástica de Torrelavega y el Sporting Mahonés, antes de dar el salto al Real Valladolid. En Pucela estuvo una temporada y fichó por el Celta de Vigo. Tras dos buenas temporadas también en Balaídos, firmó por el Valencia.
Pasaría tres temporadas en el conjunto che y recaló después en el Mallorca de Cúper. Como bermellón se consagró como uno de los mejores centrocampistas de Primera. Fue finalista de la Copa y de la Recopa, ganó una Supercopa de España y marcó el primer gol del Mallorca en Champions League. Además, jugó 14 partidos con la selección.
Era un centrocampista luchador, potente y con mucho músculo, cualidades que combinaba con algún detalle técnico de vez en cuando. Con su carácter se ganaba el respeto en el campo y fuera de él, y se dice que llevaba una melena de rastas porque Gullit fue su ídolo. Jugó también en el Oviedo y se retiró en el Coventry City.
Un crack que se dejaba la piel, la melena y el bigote en la medular. El tipo de futbolista que se echa de menos en el fútbol moderno.
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