Hay futbolistas que se hacen de querer, por su entrega y coraje, y también por su sonrisa y carisma. En 1995 Onopko demostró tener todas las cualidades para convertirse en uno de los futbolistas más queridos de nuestro campeonato. Eugenio Prieto apretó para fichar al ruso cuando parecía que iba a fichar por el Atlético de Madrid, y finalmente el Oviedo se llevó a uno de los mejores centrales o medios defensivos de Europa.
El calvo, que ya había destacado en el Shaktar y el Spartak, jugó durante siete temporadas en el conjunto carbayón, y se convirtió en uno de los futbolistas más respetados de la Liga. Después jugó un añito en el Rayito y volvió a Rusia par jugar en el Alania Vladikavkav y el FC Saturn.
Aunque es ucraniano, prefirió jugar con Rusia después de la disolución de la Unión Soviética y se convirtió en el futbolista con más internacionalidades de Rusia, hoy solo superado por Serguéi Ignashévich.
Eran otros tiempos, y equipos como el Real Oviedo podían hacerse con los servicios de un buen central como Onopko, un gran futbolista del que Lopera dijo que le marcó un gol al Betis con los pelos del flequillo.
Mítico e icono del fútbol premetrosexual, ya quisiéramos ver a Viktor Onopko en el fútbol contemporáneo.

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